CALVO aumenta sus  ganancias con trabajo compulsivo.
Con Marina  
Mientras  la empresa española asentada en Centroamérica se ufana de sus positivos  resultados económicos a nivel global y los atribuye a sus “nuevos productos”, en  su planta de La Unión mantiene una práctica antisindical y cuasi esclavista.  Para muestra basta un botón: en la medianoche del viernes 11 mantuvo encerradas  dentro de los buses de traslado del personal y durante dos horas a 300 personas  que habían terminado su trabajo. ¿La razón?: esperar que una supervisora acabara  su tarea.
El pasado viernes 11 de abril,  Valero Lecha, director comercial  del Grupo Calvo en El Salvador, declaró a los dos principales  matutinos salvadoreños que 
 
Lejos de la prensa y sólo unas horas  después, a la medianoche del 11 de abril, las obreras del turno nocturno  estallaban en cólera en la planta atunera Calvo, en el departamento de La Unión, y golpeaban el portón exigiendo  que se les dejara salir. ¿Cómo se llegó a eso? Al fin de la extenuante jornada  semanal, las trabajadoras habían culminado sus labores con rapidez y eficiencia  para ir a descansar a sus hogares. Pero la jefa de 
 
Sirel  conversó con Marina 
 
-¿Qué sucedió en  la medianoche del viernes 11?
-Los viernes siempre terminamos el  trabajo y no importa a qué hora sea nos venimos a nuestras casas porque lo que  se nos exige es terminar 
Salimos a las 0.30 am y nos tuvieron  dentro de los buses hasta las 2 de la madrugada, y lo peor fue que la  controladora que estaban esperando ni siquiera se vino con nosotros, sino que se  fue con otro bus.
Pero antes de irnos fuimos donde  
 
-¿Y cuál fue su  respuesta?
-Nos dijo que ni ella decía nada,  que le tocaba esperarse hasta que saliera la última persona de la planta, a lo  cual le respondimos que nosotras somos trabajadoras, no jefas como ella, y que  trabajamos duro y rápido para terminar con nuestro trabajo e irnos a descansar,  no para estar encerradas en los buses mientras nuestros hijos nos están  esperando. A lo cual Cruz  respondió que ese no era su problema y que ese bus se iba ir faltando 15 minutos  para las 2 de 
 
-La gente se  molestó bastante…
-Estaba bien molesta, y no quería  que nos dejaran en la madrugada sentados en los buses haciendo nada. Y la  controladora ni siquiera se vino con nosotros, que supuestamente la estábamos  esperando.
 
-¿Y los de qué  zonas tuvieron que esperar?
-Todos tuvieron que esperar, los de  Tamarindo, los de Yayantique, todos, porque Dora dijo que si dejaba salir un bus todos  se iban a querer ir, entonces todos tenían que  esperar.
 
Mariano Alexander  Guerrero, obrero y secretario general de  
 
-A las 0:30 a.m. las trabajadoras de  Limpieza de Pescado habían hecho un esfuerzo extra para terminar antes y poder  llegar temprano a sus hogares. Los buses estaban completos y la gente decía:  “¡Vámonos, vámonos, ya estamos listos!”. Los buses tomaron el camino, pero en el  portón los regresaron para el parqueo de la planta diciéndoles que no tenían  orden de dejarlos salir. Ahí surgió el descontento de la gente, y cuando  llegamos al parqueo la gente me decía: “Mariano: ¿cree que les puede decir que nos  dejen salir?”. Les respondí que era necesario que no fuera solo como dirigente  sindical, sino que me acompañarán más personas para que vieran que era bastante  gente la que pensaba así para que nos escucharan. Y entonces se bajaron conmigo  todas las trabajadoras de ese bus y las de los otros buses, y se hizo un gran  tumulto de gente.
 
-¿Cuál fue la  respuesta de los encargados?
-Les pedimos a los compañeros  vigilantes que dieran la orden de dejarnos salir, que la gente estaba rendida,  que necesitaban ir a descansar y que no estábamos en una cárcel o en un campo de  concentración para que nos tuvieran retenidos a 
 
-¿Y eran  supervisores a quienes estaban esperando?
-Sí, eran controladoras  
 
-¿Dora Lilián es  quien afilia para el sindicato bajo control patronal?
-Sí, aunque ella no tiene un cargo,  es la que permite que los miembros del sindicato patronal con listado en mano  proporcionado por ella misma se pongan a afiliar a las trabajadoras dentro de la  planta en forma forzada, y a las personas nuevas les dice que si no se afilian  al sindicato bajo control de la empresa, no se van a quedar después de la etapa  de aprendizaje.
 
-¿Cuál fue su  reacción al reclamo de las trabajadoras?
-Hubo amenazas contra todas las  trabajadoras que estaban ahí conmigo. Les dijo directamente que ya estaba viendo  quiénes eran las personas que estaban apoyando la trifulca del sindicato, que  sólo nos dedicábamos a crearle problemas a la empresa y que el lunes tomaría  medidas. Una compañera le dijo que dejara de amenazarnos, y que decirle que se  querían ir para su casa no era ofenderla. Fue cuando llegaron los vigilantes  llamados por la jefa de Empaque, y nos pidieron que desalojáramos las oficinas  
 
-¿Y ustedes  salieron?
-Sí, y afuera la gente estaba cada  vez más enojada. Algunos sacudían el portón y gritaban que nos dejaran salir,  que querían ir a sus casas. Algunos de tan enojados que estaban, gritaban  reclamos contra los vigilantes y contra el jefe de Recursos Humanos, Eduardo Meléndez, que ni se encontraba en  el lugar. Ahí me crucé con un miembro del sindicato patronal que 
 
Pero  Calvo espera aún más beneficios
 
Las entrevistas a las trabajadoras y  trabajadores de Calvo van  desenmascarando el doble discurso de la empresa, que continúa con sus esfuerzos  mediáticos para presentarse públicamente como una empresa  modelo.
 
De hecho, a la pregunta de los  periodistas que lo entrevistaron sobre las posibilidades 
 
En La Unión, CEAL*
15 de abril de 2008

