Con motivo de la reciente publicación del informe de desarrollo humano del PNUD para El Salvador 2007-2008, el tema del empleo se ha vuelto una referencia obligada, especialmente en el marco de una coyuntura pre electoral.
Los candidatos de los dos principales partidos políticos del país, luego que les fuese entregado, se apresuraron a mostrar su simpatía con las propuestas del PNUD. El candidato de la derecha acogió el mismo afirmando que este está en sintonía con su propuesta a la que llama “El acuerdo nacional por el trabajo”, mientras que Mauricio Funes -el candidato del FMLN- no solo se sumó al análisis del PNUD sino que en un campo pagado dirigido a los partidos políticos hizo un llamado “a todos los sectores sociales, para que aceptemos el desafío de buscar entendimientos que nos permitan alcanzar un Pacto Nacional para garantizar el empleo decente en El Salvador”.
En términos generales la película esta bastante clara; menos de un 5% de la población de El Salvador, puede acceder a lo que se conoce como empleos decentes, los jóvenes están enfrentando dificultades excepcionales para encontrarse parte de una economía que brinda pocas oportunidades, la mayoría de la población excluida de la economía formal y de los empleos busca la migración como respuesta, y los salarios y las formas de contratación son poco atractivas en cuanto no permiten la satisfacción de las necesidades mínimas de sobrevivencia y menos la superación personal y familiar.
Esperanzadamente, el informe de Desarrollo Humano ha abierto espacios en la posibilidad de crear consensos nacionales en el tema, los cuales han sido excesivamente pospuestos en las últimas dos décadas. Sin embargo, luego de una revisión del informe, salta un enorme desafío para que las organizaciones sindicales resalten en una manera apropiada al interior de estos pactos o acuerdos; la necesidad de impulsar la Negociación Colectiva como el instrumento por excelencia que permite que el desarrollo de las actividades económicas se traduzca en bienestar para los trabajadores y para toda la sociedad.
Ciertamente, el informe del PNUD anota aspectos importantes, por ejemplo, apenas un 1.9% de la PEA esta cubierta bajo Contratos Colectivos, y esta cobertura ha venido bajando en los últimos años. En este punto resulta también urgente que las organizaciones sindicales, aporten su visión acerca de las dinámicas que han llevado a la reducción de la cobertura de la Contratación Colectiva. El informe afirma que “La escasa participación en los contratos colectivos indica que este tipo de recursos es poco apreciado por los trabajadores o es visto como fuente de conflictividad”,[1] lo cual no deja de ser una afirmación que denota desconocimiento de lo que significa la Negociación Colectiva y la evolución de la misma en El Salvador.
Un breve ejercicio de acercamiento al tema permite afirmar que, contrario a lo dicho por el informe del PNUD, la escasa participación en los Contratos Colectivos no es un asunto de ser “poco apreciados” o que se pueda participar en los mismos de parte de los trabajadores y trabajadoras. De hecho, los trabajadores no pueden elegir un empleo, o acceder de manera individual a empleos regulados bajo contratos colectivos, sino más bien para acceder a ellos deben construir organizaciones sindicales que representan el 51% de la fuerza laboral de la unidad económica para luego solicitar Negociación Colectiva a sus empleadores por medio del Ministerio de Trabajo, así, un sindicato mayoritario es el único vehículo a prestaciones laborales y remuneraciones superiores a las que reconoce la ley, mediante un Contrato Colectivo de Trabajo, el cual puede llegar a significar una mayor productividad de la unidad económica dada la mayor capacidad de reproducción de la fuerza de trabajo y un dinamizador de la capacidad adquisitiva de los trabajadores con todas sus implicaciones favorables a la sociedad. Sin embargo, la existencia de empleos regulados por Contratos Colectivos es siempre un proceso que lleva tensión entre trabajadores y empleadores.
De hecho, el expediente del Comité de Libertad Sindical de la OIT referente a El Salvador, presenta en los últimos diez años, varios casos emblemáticos en que las organizaciones laborales han acudido a dicha instancia con casos en que el gobierno salvadoreño incumplió sus responsabilidades de proteger el derecho a la negociación colectiva. Incumplimientos relacionados con evitar acciones de los empleadores para destruir sindicatos titulares de Contratos Colectivos u obstaculizar la creación de nuevas organizaciones sindicales. Lastimosamente, cuando los trabajadores generalmente logran superar los obstáculos para llegar a solicitar mediante sindicatos titulares Contratos Colectivos, la respuesta clásica del empleador es que esto es una “fuente de conflictividad” que amenaza incluso el futuro de la empresa. En muchos casos los empleadores están dispuestos hasta cerrar (o cambiar de razón social a sus operaciones) con tal de evitar la negociación colectiva. Por tanto conviene preguntarse si esta percepción de ser una “fuente de conflictividad” no viene precisamente de la observación de la conducta de los empleadores.
Es importante señalar que el informe del PNUD hizo un esfuerzo notable en representar la opinión de diversos sectores sociales en el tema del empleo, sin embargo, el análisis de la negociación colectiva es necesario abordarlo desde las dinámicas que han provocado su reducción. Lo que si advierte el informe es que la ausencia de Negociación Colectiva esta cobrando la factura a todos. Por ejemplo, certeramente advierte que “la configuración de un círculo vicioso de lento crecimiento, subutilización laboral, salarios reales decrecientes y migraciones, derivado del desencuentro de las racionalidades económicas de los dos actores principales del mundo laboral (trabajadores y empresarios)[2]”. La falta de una sana Negociación Colectiva a nivel de las diferentes ramas de la actividad económica, ha llegado a minar no solo al factor Trabajo sino al Capital y al Mercado. Probablemente un comparación de la evolución del valor agregado en la década de los 90´s por rama de actividad económica, contrastado con la caída de la remuneración al factor trabajo, nos muestre detalladamente como este “circulo vicioso” se incubó. La tasa de explotación creció tanto, que los trabajadores prefirieron (o no tuvieron más remedio que) lanzarse al autoempleo y/o a la migración.
Antecedentes de pactos para realidades inversas.
Cuando se habla de Pactos por el Empleo generalmente es una referencia obligada la revisión del histórico Pacto de Monclova en España. Más recientemente, conviene revisar también el desencuentro de la Ley del Primer Empleo en Francia que fue echada para atrás por los jóvenes, los estudiantes y los sindicatos en 2006. Sin embargo, un común denominador de ambas iniciativas es que las dos perseguían –entre otras cosas- eliminar ciertas “rigideces” de los contratos de trabajo para permitir que los empresarios se vieran “incentivados” a contratar más personas y activar un circulo virtuoso de más empleos, aumento de la capacidad adquisitiva y la actividad económica. En pocas palabras, crear incentivos al capital mediante permitirle aumentar la tasa de explotación. La gran diferencia es que en Monclova se trató de un proceso bajo un amplio ambiente de negociación en un momento de apertura democrática, mientras que en Francia durante la coyuntura de la ley del primer empleo, la característica fue precisamente la ausencia de un pacto.
Sin embargo conviene anotar, que en la situación salvadoreña no hay “rigideces” que levantar, ni negociada ni temporalmente, ya que la característica principal del empleo en El Salvador, es precisamente la desregulación casi total. Precisamente la raíz del “circulo vicioso” que señala el PNUD es la falta de regulación y negociación que lleve a un punto aceptable las expectativas del trabajo y del capital. Los trabajadores se aburrieron de esperar apretándose el cinturón, el derroche económico que nunca llego. La clase trabajadora salvadoreña sigue siendo ejemplarmente laboriosa, solo que ahora se autoemplea o migra.
Así las cosas, las mentes visionarias pero especialmente, las organizaciones sindicales, están llamadas a reivindicar con toda su energía la promoción del sindicalismo y de la negociación colectiva como uno de los ejes fundamentales y estratégicos de cualquier Pacto por el Empleo en El Salvador. Ya no solo por el interés de los sindicatos, sino ya por el interés de la nación.